Nota publicada en https://www.clarin.com/rural/22-hacer-cargo-empresa-familiar-transformo-completo_0_VN3MUQvJi.html
De un día para el otro, Luis Alberto Rodríguez asumió un rol para el que no estaba preparado, y en cinco años logró poner a la empresa en la vanguardia.
Luis Alberto Rodríguez está en este momento sufriendo los efectos del Covid, responde a las preguntas de Clarín Rural cuando la tos y el dolor de cabeza se lo permiten, pero no es un contratiempo importante en comparación con las adversidades que le ha tocado enfrentar en su corta vida. A los 27 años, ya sabe lo que es sentirse aislado y mantener la cabeza fría para salir adelante. Hace cinco años, de un día para el otro le tocó agarrar las riendas de la empresa familiar, endeudada y desordenada, y hoy lidera el crecimiento de una empresa moderna con diversificación de actividades, digitalización, tecnología de punta y acceso al crédito internacional.
A los 22, mientras cursaba tercer año de Agronomía en la Universidad de Córdoba, su padre se enfermó y tuvo que delegar anticipadamente el mando del grupo LMR, la empresa familiar del norte cordobés, sin tiempo para preparar a la siguiente generación. “Era uno de esos líderes como los de antes, muy autónomos, que lo hacían todo ellos”, comenta Rodríguez hijo.
Luis María Rodríguez, quien le da sus iniciales a la firma, había arrancado en 1962 haciendo agricultura en 80 hectáreas de la localidad de Despeñaderos. Con el correr de las décadas hizo crecer la empresa sumando superficie y actividades, en los noventa cumplió dos mandatos como intendente de su ciudad natal y en el 98 trasladó a su familia y al centro operativo de la empresa a Jesús María, desde donde se proyectaría hacia el norte del país con la compra de nuevos campos en Córdoba y en el sur de Santiago del Estero. Un poco más tarde, el contexto y la forma de hacer negocios en el campo cambiaron radicalmente, y entonces llegó la crisis empresarial y personal.
“En 2016 la empresa estaba muy desordenada y endeudada, y eso tuvo mucho que ver con la depresión de mi padre, que no sabía cómo resolver algunas cuestiones. El mundo cambió y había que cambiar la forma de hacer las cosas, y eso le costó mucho”, relata el actual director general de la empresa, y agrega que al mismo tiempo que su padre sufría la depresión, a su madre le agarró un cáncer de pulmón. “Por una cuestión natural de un hijo con su padre, la ilusión siempre la tuve de poder compartir el trabajo en la empresa, pero no esperaba que esto se diera de forma tan prematura y no poder contar con él. No hubo un traspaso formal de mando, tuve que salir a la cancha como estaba. Había una estructura muy chata y gente que solo respondía a mi padre. A mí me costó mucho eso, lo sufrí enormemente. No había información, no se le daba importancia”, recuerda.
Lo primero que atacó e intentó domar fue la agricultura, actividad madre de la empresa y la más ligada a su vocación. “Lo único que tenía era voluntad, el conocimiento no lo tenía y era muy grande para mí la cantidad de cosas que había que hacer”, reconoce. Una vez que entendió como era el sistema y lo pudo empezar a manejar, con errores pero a su forma, pasó a la parte administrativa, un área que hasta entonces solo se había pensado para cumplir con los requerimientos fiscales y que tras una profunda transformación se convirtió en el gran tablero de mando para la toma de decisiones. “Traté de pensar en una empresa que sea vanguardista desde lo productivo pero que se pueda controlar, analizar y tomar decisiones desde la parte administrativa”, remarca Rodríguez.
Las patas del negocio
En materia agrícola, esa búsqueda se expresó en fuertes inversiones en maquinarias de precisión y en equipos humanos. Actualmente siembran unas 25.000 hectáreas principalmente de soja, maíz, trigo, garbanzo, sorgo y poroto, de las cuales cerca del 70 por ciento son propias, y este año aspiran a llegar a las 30.000 hectáreas sembradas. Además tienen una capacidad de almacenaje para 54.000 toneladas. “Tratamos de estar a la vanguardia en este nuevo mundo en el que hay que ser productores sustentables, cuidando el medio ambiente y entendiendo que el suelo es el recurso más valioso que tenemos”, dice.
En cuanto a la producción de carne, arrancó haciendo una inversión fuerte para acomodar la infraestructura de todos los campos en los que está hoy asentada la ganadería y armar un equipo competente, liderado actualmente por Tomás Rodríguez, uno de los hermanos de Luis Alberto. Pero lo más importante fue un cambio en el enfoque del negocio. “Trajimos un sistema de capitalización nuevo para nosotros, en el cual inversores ponen las cabezas para que nosotros las criemos. Fue una gran innovación empresarial”, afirma. Hoy cuentan con 3.200 vientres propios, engordan 3.500 cabezas por año y suman otro tanto de cabezas ajenas para manejar un rodeo total de 17.691 animales de las razas Braford, Brangus, Limangus y Angus. Además, cuentan con una cabaña en la que seleccionan su propia genética Brangus y Braford.
Otra unidad de negocios en la que la empresa pisa fuerte en su nueva versión es la provisión de insumos y servicios, con la idea de resolver todas las inquietudes que pueda llegar a tener el productor agropecuario. No solo venden semillas, insumos y maquinaria, sino que ofrecen servicios de asesoramiento y gestión integral de la producción echando mano a las herramientas más modernas de agricultura digital.
“Hemos tenido una muy buena aceptación, a pesar de ser nuevitos hemos vendido muchísimo. Eso nos trae aparejada la generación de nuevas estructuras de cobro, acuerdos con los bancos y apertura de acopios para poder recibir el pago en granos por los productos y servicios que vendamos”, comenta el joven empresario.
El circuito de LMR se completa con una unidad de transporte que cuenta con 22 camiones de última generación preparados para trasladar granos, hacienda, insumos, maquinaria o lo que haga falta.
Los otros hermanos de Luis Alberto (Trinidad, contadora pública, y Agustín, estudiante de agronomía) ya se incoproraron a la empresa, y con un total de 170 colaboradores el grupo busca transmitir la evolución del campo argentino, el avance tecnológico, profesional y estructural en el sector.
“La estructura en cuanto a cantidad de gente es igual a la que estaba, pero puse el foco en la profesionalización de cada una de las áreas, demandando los más altos estándares. Me tomé el trabajo de ir armando área por área para ver las falencias, investigarla, asesorarme con asesores externos y mejorarlas. La idea es evolucionar hacia la eficacia con lo que ya teníamos”, dice.
Para continuar con el crecimiento y la modernización de la empresa, y gracias al acento puesto en la estandarización de procesos y el registro de datos, el Grupo LMR acaba de lograr la calificación para obtener un significativo préstamo en dólares del banco holandés Rabobank. Pero la mejor noticia para los Rodriguez es que los padres ya están recuperados, gozando de buena salud y emocionados por la llegada de su primera nieta, hija de Tomás. Y en la transformación, no se perdió de vista lo fundamental: “Si bien siempre tuvimos formas diferentes de ver las cosas, yo siempre respeté a mi padre y lo admiro un montón, él es mi ídolo por lo que logró”, concluye Luis Alberto.